Otoño 2013. Ya había superado el ingreso a la facultad, y mientras preparaba las materias del primer año de Ingeniería Agronómica decidí hacer algunos cursos para aprender sobre jardinería en la Escuela Municipal de Arboricultura, Jardinería y Ecología Aplicada (EMAJEA).
No paso mucho tiempo para que empezara a interesarme por tener mi propia huerta. Comenzaba a pensarla, dimensionarla, buscaba algún sitio donde sembrar algunas semillas, combinar aromáticas y, por que no, rodearla de flores y matices coloridos.
Tuve la suerte de nacer y vivir en un barrio de casas bajas, lo cual ya es todo un logro en cuanto a la disponibilidad de luz solar, evitando la sombra de grandes edificios. Pero cada vez que miraba el jardín de casa, lo veía aún mas pequeño. Ni hablar del conflicto familiar que podría haberse generado ocupando el pequeño rectángulo de pasto de la casa con una huerta.
Hasta que una mañana abrí los ojos y lo vi! Mi sueño podía volverse realidad. Tenía que resolver algunos inconvenientes, pero era posible...
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Techo de chapa, Otoño 2013 |
Desde la ventana de mi cuarto tenía la vista preferencial a un "hermoso" techo de chapa que cubría el quincho. En verano el resplandor del sol me enceguecía. Era rústico, frío y sin vida.
Soñaba con algún día abrir la ventana y divisar una bonita huerta, llena de colores, variedades de plantas, abejas, mariposas y pajaritos.
Manos a la obra:
Ahora tenía un espacio de aproximadamente 24 metros cuadrados para completar, entonces, ¿cómo empezar?
Busqué algunos materiales que andaban dando vueltas por el galpón-taller que tenemos en casa. La idea principal era reutilizar la mayor cantidad posible de objetos, así podía llevar a cabo la huerta con un bajo presupuesto y al mismo tiempo darle un nuevo destino a esta, a veces, mal llamada "basura".
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Cajones reciclados y de la feria del barrio |
Construí así los primeros cajones con madera de machimbre que habían descartado en alguna construcción.
También conseguí varios cajones recorriendo las ferias de barrio. Resulta que muchos puestos de pescaderia ambulante, descartan los cajones que contienen el pescado fresco al finalizar la jornada de trabajo. Luego de lavarlos y secarlos bien, se pueden reforzar un poco y quedan listos para huertear.
Con los tirantes que sobraron al realizar el techo del quincho, arme el primer par de soportes para salvar el desnivel. El punto clave fue cortar unos triángulos de madera fenólica (muy buena resistencia al agua) que forman entre sus lados, el ángulo preciso para mantener los cajones en forma horizontal.
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"Escalera" de tirantes reutilizados y madera fenólica |